¿Existen caballos voladores como Pegaso y niños de madera como Pinocho?

No es verosímil que la evolución produzca caballos voladores en un planeta parecido a la Tierra, con una atmósfera y una gravedad similares a las nuestras

Si el universo fuera infinito y homogéneo, la materia agotaría sus posibilidades combinatorias y las repetiría sin fin. La perogrullada filosófica “todo lo que es, es posible” sería cierta también a la inversa: “todo lo que es posible, es”, y además es infinitas veces. Pero ¿tenemos claro lo que es posible y lo que no? Nos preguntábamos la semana pasada si podría haber caballos voladores como Pegaso, niños de madera como Pinocho…

No es verosímil que la evolución produzca caballos voladores en un planeta parecido a la Tierra, con una atmósfera y una gravedad similares a las nuestras, ya que desarrollar alas no sería una ventaja evolutiva para los caballos, sino todo lo contrario, puesto que no podrían volar. Menos verosímil aún es que aparezcan espontáneamente niños de madera. Sin embargo…

Entonces el viento sopló con fuerza y abrió las ventanas de la casa, se apagaron los candiles y una bella mujer vestida de rojo apareció en la puerta y dijo: “Todo lo que se nombra existe”. La bella mujer vestida de rojo es la diosa vasca Mari, y con su sobrecogedora sentencia termina un cuento tradicional sobre un niño que asegura haberla visto y al que nadie cree.

Lo que no se nombra no existe, dice George Steiner. Pero ¿existe todo lo que se nombra, como afirma categóricamente la diosa Mari? Por una vez, el pensamiento mágico confluye con el racionalismo más estricto, pues nada menos que el gran apóstol literario de la ciencia, Jules Verne, dijo que todo lo que una persona puede imaginar, otras pueden hacerlo realidad.

Volviendo a nuestro Pegaso, no es verosímil que un caballo con alas surja de la mera evolución, pero sí de la ingeniería genética. Y podría volar, bajo una gigantesca cúpula, en un parque temático construido en la Luna, donde la gravedad es seis veces menor que en la Tierra. Unas personas lo imaginaron hace tres mil años y otras podrían hacerlo realidad en un futuro no muy lejano.

Y si Collodi imaginó un niño de madera y nosotros podemos discutir sobre su existencia, no es imposible que un Gepetto dotado de instrumentos más sutiles que la gubia y el formón pueda engendrarlo algún día, o lo haya engendrado ya en un planeta similar al nuestro pero más avanzado tecnológicamente.

¿Dónde está el límite?

Si hubiera múltiples universos regidos por distintas leyes, en principio, nada sería imposible (¿o sí?). Pero en el marco de nuestro universo y de sus leyes tal como las conocemos, ¿dónde está el límite de lo posible? ¿Qué es lo que podemos asegurar que no existe, aunque el universo sea infinito?

A través de EL PAÍS

¿Por qué empieza el año el 1 de Enero?

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El año nuevo chino se celebra en una fecha variable entre los meses de febrero y marzo de nuestro calendario gregoriano.

El año nuevo en los países regidos por el calendario musulmán empieza con el mes de Muharram, también en una fecha variable que en 2015 coincidió con el 14 de Octubre, cuando se inauguró el año 1437 de la era de la Hégira.

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A pesar de la extensión mundial del calendario gregoriano, que se aplica incluso en China desde 1912, siguen siendo muy diversas las fechas y los modos en que diferentes sociedades consideran que su ciclo anual recomienza una y otra vez. Y el 1 de Enero es solo una de esas posibilidades.uma Pompilio en el siglo VIII antes de Cristo[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row full_width=”” parallax=”” parallax_image=”” el_id=””][vc_column width=”1/1″][vc_column_text css_animation=””]

El año nuevo chino se celebra en una fecha variable entre los meses de febrero y marzo de nuestro calendario gregoriano.

El año nuevo en los países regidos por el calendario musulmán empieza con el mes de Muharram, también en una fecha variable que en 2015 coincidió con el 14 de Octubre, cuando se inauguró el año 1437 de la era de la Hégira.

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A pesar de la extensión mundial del calendario gregoriano, que se aplica incluso en China desde 1912, siguen siendo muy diversas las fechas y los modos en que diferentes sociedades consideran que su ciclo anual recomienza una y otra vez. Y el 1 de Enero es solo una de esas posibilidades.uma Pompilio en el siglo VIII antes de Cristo[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row full_width=”” parallax=”” parallax_image=””][vc_column width=”1/1″][vc_video link=”https://www.youtube.com/watch?v=3p7J8aV5bP4″][/vc_column][/vc_row][vc_row full_width=”” parallax=”” parallax_image=”” el_id=””][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]

Para que hoy haya sido posible celebrar el año nuevo el día 1 de Enero primero hubo de nacer el propio mes de enero que, según Plutarco, fue añadido al calendario de Rómulo por su sucesor, Numa Pompilio en el siglo VIII antes de Cristo. El calendario que se usaba anteriormente en Roma tenía 10 meses lunares y comenzaba en primavera, en la luna llena más próxima al equinoccio de marzo (los idus de marzo). Estos diez meses marcaban un compás difícilmente ajustable al de las estaciones y el ciclo solar, que tenían una importancia obvia en la actividad del campo y había sido adoptado antes por los egipcios.

Para un mejor ajuste Numa añadió el undécimo mes, Ianarius, y el duodécimo, februarius. El mes de febrero recibió su nombre de las fiestas de preparación de la primavera, llamadas Februa (limpieza, purificación) que con el tiempo se hicieron parte de las celebraciones de las Lupercales. El mes de enero, sin embargo, a falta de una referencia práctica, fue dedicado al dios Jano, cuyo culto promovió Numa activamente. No obstante, a pesar de ya tener doce meses, el año romano siguió comenzando en primavera hasta 153 a.C., un siglo antes de la reforma del Calendario Juliano.

Hasta el 153 a.C., los cónsules romanos eran nombrados anualmente por el Senado en los idus de marzo, el comienzo del año. Sin embargo, en pleno estallido de la segunda guerra celtíbera y declarada la guerra a la ciudad de Segeda, el General Quinto Fulvio Nobilior pidió al Senado que adelantara la fecha de los nombramientos a fin de poder adelantar el traslado de las tropas y preparar la campaña militar para la primavera. El pueblo de Roma siguió celebrando los idus de marzo igualmente, entre otras cosas por la abundancia de actividades religiosas concentradas en esas fechas, sin embargo, el Senado atendió la petición de los cónsules y por primera vez se trasladó oficialmente el comienzo del año a las calendas de enero (la primera luna nueva del mes), cuando tomaran posesión de su cargo los cónsules, dando inicio a la cuenta del año desde entonces. De ahí la leyenda que atribuye a los celtíberos (o a los hispanos más en general) el mérito de haber cambiado el calendario más importante de su época, también determinante de los calendarios venideros.

En Rusia, por ejemplo, solo se sustituyó después de la Revolución de 1917 y en Grecia, el último país en abandonarlo y adoptar el calendario civil actual (el Gregoriano), se usó hasta 1923.

Con enero abriendo el año (en vez de ser el undécimo mes), se reformó el calendario de Roma dando lugar en el 46 a.C. al calendario Juliano, organizado por el sabio Sosígenes de Alejandría y llamado así en honor de Julio Cesar. Este calendario sería usado en algunos países de Europa hasta principios del siglo XX, especialmente entre los de mayoría religiosa Ortodoxa. En Rusia, por ejemplo, solo se sustituyó después de la Revolución de 1917 y en Grecia, el último país en abandonarlo y adoptar el calendario civil actual (el Gregoriano), se usó hasta 1923.

A pesar de la importancia de Roma y su cultura en toda Europa, en una buena parte del continente la preferencia a la hora de celebrar el comienzo de año caía en otras fechas

No obstante, a pesar de la importancia de Roma y su cultura en toda Europa, en una buena parte del continente la preferencia a la hora de celebrar el comienzo de año caía en otras fechas.

Si en Roma y en el Mediterráneo el Año Nuevo se celebraba con la primavera, los pueblos del norte preferían el invierno. Al comparar entre ambas latitudes conviene recordar que la diferencia estacional entre el templado sur de Europa y el frio norte marcaba una diferencia grande en la forma de vivir, empezando por el ritmo de trabajo del campo y siguiendo por la caza y el pastoreo.

De estas diferencias se desprende una experiencia del ciclo anual muy diferente. Sirva como ejemplo el hecho de que en el norte, incluso después de la adopción general del calendario juliano impuesta por Carlomagno en el siglo VIII, el año siguió dividiéndose principalmente en dos estaciones, la de Skammdegi (los días cortos) y la de Náttleysi (los días sin noche), como se referían a ellas los islandeses.

En este contexto, lo común era que el inicio del año coincidiera con las celebraciones de invierno y en particular el Samaín (1 de Noviembre), el inicio de la estación oscura, porque bajo la nieve la tierra se regeneraba y los ancestros volvían a ella en la oscuridad. Y ello debía ser propiciado con las celebraciones y ritos oportunos.

A pesar del cambio formal del año 153 a.C., consolidado después por la reforma juliana, no solo los romanos continuaron con sus celebraciones de primavera sino que en la Roma ya cristiana y, posteriormente, en la Europa medieval (y progresivamente más y más cristiana también), aún hubo reticencias a celebrar el comienzo de año el día primero de un mes dedicado a un dios pagano. Algunos, intentaron sin éxito cambiar los nombres de los meses, como fue el caso de Carlomagno, que propuso una versión juliana con los nombres germánicos, basados principalmente en fenómenos climáticos o en labores del campo. No obstante, los hijos cristianos de los antiguos paganos europeos, en el norte y en el sur, continuaron dando una relevancia fundamental a las cuestiones religiosas a la hora de saludar el comienzo del año y, así, la preferencia general para el año nuevo rara vez era el 1 de Enero. La cristiandad estableció varios criterios que fueron usados por distintos reinos y poblaciones a discreción.

La perspectiva de los astrónomos ha tendido a valorar especialmente los ajustes calendáricos relacionados con la luna, el sol, el zodiaco y efemérides como los eclipses

En la era cristiana, establecida el año 532 por Dionisio el Exiguo, el año nuevo podía empezar el 25 de Diciembre, el 25 de Marzo o el Domingo de Resurrección, cuando quiera que coincida en cada año, pues es una fecha variable que depende de la determinación de la Pascua, conforme al calendario lunar judío. En Venecia también podía empezar el 1 de Marzo, siguiendo la tradición romana más antigua, y en las regiones del Imperio Bizantino el comienzo de año se celebraba el 1 de Septiembre. Y por si este desbarajuste fuera poco, también hubo quien lo quiso celebrar el 1 de Enero, como preferían hacer los francos hasta el siglo VIII, bajo los reyes merovingios. Esta fecha, heredera del calendario romano, fue cristianizada como día de la Circuncisión y santificada como comienzo del año cristiano también por los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica. En el siglo XIII, sin embargo, en el reino de Navarra se usaba la fecha del Domingo de Resurrección. Con el tiempo, parece que tanto Aragón como Castilla empezaron a usar el día de la Anunciación como el comienzo de año, el 25 de Marzo, fecha anteriormente más conocida como la Encarnación. Sin embargo, sabemos que en 1350, Pedro IV de Aragón prohibió este uso y estableció la fecha de Navidad, el 25 de Diciembre, como año nuevo oficial. Y lo mismo se adoptó en Castilla entre los siglos XIV al XV. Finalmente, y en parte por el éxito de su expansión desde el siglo XIII por Europa, en el siglo XVI el reino de España adoptó el día de la Circuncisión como fecha del inicio del año. Desde entonces, celebramos el año nuevo el día 1 de Enero.

Todas las culturas reconocen unos ciclos u otros. En diferentes lugares del planeta la naturaleza tiene unos ciclos. Los seres humanos tenemos los nuestros y, desde luego el sistema solar tiene los suyos. Quizá la perspectiva de los astrónomos, desde los más antiguos a los más modernos, ha tendido a valorar especialmente los ajustes calendáricos relacionados con la luna, el sol, el zodiaco y efemérides como los eclipses, sin embargo, las celebraciones populares han ido variando con una cierta autonomía respecto a las consideraciones más formales y expertas de astrónomos y sabios. Desde este punto de vista de la cultura popular, la propia actividad de festejar así como la conducta ritual, los mitos y los símbolos que la acompañan presentan también su propio carácter cíclico y una explicación propia sobre el principio y el final de las cosas. La historia de cada pueblo, las creencias religiosas, los eventos políticos y la memoria colectiva proporcionan la textura característica que enriquece la uniformidad astronómica con el creativo repertorio de la diversidad humana.

Extraído de diario EL PAÍS

Mónica Cornejo Valle es profesora de Antropología de las Religiones en la Universidad Complutense de Madrid

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¿Podría un astronauta sobrevivir en Marte?

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La radiación o las sales del suelo serían un inconveniente serio para la supervivencia de un astronauta abandonado el planeta, como plantea la película ‘Marte (The Martian)’.




Si necesitásemos un planeta distinto de la Tierra para vivir, el único que nos daría alguna opción de supervivencia sería Marte. Los robots exploradores que han visitado aquel planeta nos han enviado imágenes de un mundo parecido a los desiertos terrestres, sin vegetación ni ríos a la vista, pero algo más acogedor que la espléndida desolación que encontraron los astronautas cuando llegaron a la Luna.

La Tierra cuenta con un potente campo magnético producido por su núcleo de hierro, que desvía parte de la radiación que barre el espacio y que resulta dañina para los seres vivos. Se sabe que Marte contaba con un intenso campo magnético parecido al terrestre, pero desapareció, sin ese escudo, el planeta rojo está sometido a un intenso bombardeo radiactivo, que obligaría a los exploradores humanos a llevar algún tipo de indumentaria que les protegiese.

Otro de los importantes contratiempos que sufriría un naúfrago en Marte sería la comida. En la actualidad aún queda mucho por aprender para convertir el desierto marciano en un entorno más o menos fértil.

Algunos estudios han mostrado que plantas como los tomates pueden germinar en una recreación del suelo marciano y el uso de desechos humanos podría servir para aportar los nutrientes que faltan en Marte. No obstante, algunos aspectos de la composición de aquel terreno harían difícil el cultivo de suficientes plantas para alimentar a un humano. Uno de los venenos escondidos en el suelo es, precisamente, el que hace posible que exista agua líquida en aquel planeta. Los percloratos son un tipo de sales que harían posible que el agua fluyese a temperaturas por debajo de cero, pero también resultan tóxicas para los vegetales.

Marte es, en definitiva, un mundo que en las imágenes que conocemos puede parecer inhóspito, pero que en la realidad lo es aún más.

A través de diario EL PAÍS




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Diseñan un preservativo de látex con viagra incorporada

El preservativo,  condón o como queramos llamarlo podría dar un paso adelante para aumentar así el placer en pareja gracias a un grupo de investigadores australianos.

Desde hace unos años atrás hemos asistido al lanzamiento de gran variedad de preservativos lejos de los clásicos, ya sean estriados, retardantes, con efecto calor, efecto frío, con espermicidas e incluso con sabores.

Pues bien, según informa el medio Fredzone podríamos estar ante el inminente lanzamiento de un nuevo concepto de profiláctico. Y es que han diseñado un preservativo de látex con viagra incorporada.

Investigadores australianos han buscado este nuevo concepto basándose en el látex como material aunque con la salvedad de no tener conservantes y estar compuesto por un 95% de hidrogel, algo que permitiría su uso incluso a personas alérgicas a este material.

Esta es una de las ventajas del nuevo preservativo, pero hay más. Es indestructible según el medio anteriormente citado y completamente biodegradable.

Los puntos fuertes de este tipo de condón no acaban aquí ya que lo más curioso es que es capaz de distribuir viagra para aumentar y asegurar la excitación en la pareja.

De momento no hay fechas para el comienzo de la producción en masa de este nuevo tipo de preservativo de látex con viagra con lo que tendremos que seguir recurriendo a los que figuran en la farmacias hoy en día.

A trevés de ComputerHoy.com

Fulano, Zutano, mengano, ¿de dónde vienen?

Realmente fulano, mengano, zutano y perengano no existieron o al menos no hay hecho histórico alguno cuyos personajes llevasen estos nombres.

Se trata de cuatro formas gramaticales que se utilizan para aludir a alguien del que no se sabe su nombre o no se quiere decir por cualquier motivo.

La palabra fulano proviene del árabe fulān que quiere decir “persona cualquiera” y es el más utilizado de los cuatro, siendo el más socorrido a la hora de echar mano de algún ejemplo: “Ha venido un fulano preguntando por ti” o “Le pondrán una placa conmemorativa que dirá ‘aquí descansa fulano de tal’”.

Mengano también proviene del árabe: man kān, cuyo significado es ‘quien sea’ y suele utilizarse (en la mayoría de ocasiones) en segundo lugar y acompañado de fulano y/o zutano: “A fulano y mengano se les va a caer el pelo”.

Zutano proviene de citano y éste, muy posiblemente, de la palabra latina scitānus, que significa “sabido”. No se sabe bien el porqué se añadió a la coletilla, pero en algunas ocasiones también se coloca en segunda posición, tras fulano.

Perengano es una palabra más reciente y la de menos uso de todas ellas. No se han encontrado raíces en otras palabras antiguas y/o de otros idiomas, lo que hace pensar que puede ser una combinación que se realizó del apellido Pérez con la palabra mengano.

Estas cuatro palabras también tiene su variante al femenino (fulana, mengana, zutana y perengana) aunque la primera se suele utilizar para calificar despectivamente a una mujer cuando alguien se quiere referir a ella como prostituta: “finalmente resultó ser una fulana”.

También es muy común utilizar las palabras en modo diminutivo: fulanito, menganita, zutanito, perenganita y/o acompañados de un “apellido” figurado: Fulano de tal, Menganita de cual….

¿Lila, fuccia, violeta?…La visión de hombres y mujeres no es igual.

Las mujeres son mejores diferenciando los colores, mientras que los hombres gozan de una mayor percepción de los movimientos rápidos y las distancias (algo que posiblemente provenga de las funciones primitivas de cada género).

El estudio, dirigido por el profesor de psicología del Brooklyn College, Israel Abramov, investigó a adultos jóvenes con visión normal a través de una batería de pruebas.

En los experimentos de color,los hombres y las mujeres tienden a atribuir diferentes tonos a los mismos objetos. Los investigadorescreen haber descubierto el por qué.

“En la mayor parte de los hombres, el espectro visible requiere una longitud de onda ligeramente más larga que las mujeres con el fin de experimentar el mismo tono”, concluyó el equipo en el estudio.
Dado que las longitudes de onda más largas se asocian con los colores”más cálidos”, un tono naranja, por ejemplo, puede aparecer más rojo para un hombre que para una mujer. Del mismo modo, la hierba es siempre más verde paras las mujeres que para los hombres, que los perciben de un tono más amarillo.

La visión de los hombres y las mujeres es diferente
Cuando se sometieron a las pruebas de color, los hombres tardaron más tiempo en identificar el mismo tono. Por el contrario, ellos resolvían mejor en que las imágenes cambiaban rápidamente y mostraron más agudeza visual en zonas centrales de la visión.

El estudio también encontró que los hombres son menos expertos en distinguir entre sombras en el centro del espectro de colores: azules, verdes y amarillos.
Los hombres, por su lado, tienen más capacidad en la detección de objetos cambiantes en la lejanía, sobre todo por un mejor seguimiento de los más delgados.

¿Evolución en el trabajo?
Los resultados apoyan la hipótesis de la visión del cazador-recolector, que sostiene que los sexos desarrollaron distintas habilidades psicológicas para adaptarse a sus papeles prehistóricos, dijo el equipo.

Tomando nota de que los hombres del estudio mostraron “una sensibilidad significativamente mayor para los detalles finos y los estímulos de movimiento rápido”, podríamos apuntar a que sus antepasados??cazadores “tendrían que detectar posibles depredadores o presas desde lejos y también identificar y clasificar estos objetos con mayor facilidad.”

Mientras tanto, la visión de las mujeres “recolectoras” puede haberse adaptado mejor en el reconocimiento de los objetos estáticos y su diferenciación como las bayas silvestres.

 

A través de:  NATIONAL GEOGRAPHIC

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