Se conoce como demisexual a quien solo es capaz de sentir atracción sexual hacia personas con las que mantiene un fuerte vínculo emocional, ya sean amigos, pareja o gente a la que, por un motivo o por otro, ha llegado a conocer de un modo muy íntimo.

En páginas web como ésta se tilda la demisexualidad de «orientación sexual», algo que para la comunidad de psicólogos y sexólogos es una aberración. Hemos hablado con Gabriel J. Martín, miembro del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya y experto en cuestiones LGBT. Nos recuerda que la orientación sexual hace referencia al objeto de tu impulso sexual, hacia quién lo diriges, mientras que en el caso de la asexualidad o la demisexualidad se trata más bien de la existencia o no de este impulso. «La comunicación crea etiquetas», recuerda Martín, quien considera la demisexualidad como un fenómeno preexistente, solo que antes no tenía nombre y, por tanto, pasaba desapercibido.

Entonces, ¿existe realmente la demisexualidad o no es más que el enésimo invento de la era internet?

Por una parte, no se descarta la existencia de gente sinceramente incapaz de sentir atracción sexual sin vínculo emocional (algo aún no demostrado, pues no hay estudios al respecto), aunque por la otra se cree que buena parte las personas que se colocan dicha etiqueta lo hacen como subterfugio para encubrir «traumas, miedos e inseguridades en torno a su aspecto físico o pericia sexual». Vamos, que sin confirmar ni desmentir la existencia de una genuina demisexualidad, muchos de los autodenominados «demis» podrían no serlo y haber encontrado en esta comunidad una respuesta satisfactoria a sus complejos en relación al sexo, algo que no haría más que perpetuar sus problemas. En cualquier caso, no parece que los autodenominados demisexuales lleven mal su forma de vida, en absoluto. Y si ellos están bien, ¿quiénes somos los demás para meternos?

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